jueves, 24 de noviembre de 2011

Diario improvisado.

Hay determinadas ocasiones en las que es tanta la angustia y el pesar que sientes, que te dan ganas de morir, literalmente.

Por muchas cosas, hoy me siento yo así. Bueno, hoy, todo lo que llevamos de semana, la semana anterior… 

Me siento ignorada, ausente, menos que un cero a la izquierda. Odio la sensación.
Más o menos la tenía ya medio olvidada, pero parece que el mundo ha conspirado para que eso no pase.

Recuerdo que una vez me prometí que eso no me volvería a ocurrir, que lucharía contra ello pero ya ves, cosas de la vida, por más que lucho, nada tiene resultado. A partir de mi explosión de hace relativamente poco tiempo, me sentía genial conmigo misma. Incluso pienso que estaba mejorando pues me he hecho más abierta a la gente, dejando un poco de lado mi asquerosa timidez.
Pero en estos días, me ha vuelto todo lo malo que quería olvidar de golpe: la inseguridad, la dependencia, el pensar que soy inferior… Es horroroso. Sinceramente digo que no sé cómo estoy aguantando tanto tiempo viva.

Yo soy una de esas personas que mentalmente son muy frágiles. Con poco que me digan me pueden hundir en la miseria y yo muy difícilmente salgo del asqueroso pozo en el que me caigo.

Digo que tengo amigos, pero en realidad sé que eso no es cierto, que simplemente se trata de conocidos que más o menos toleran mi presencia y mis estúpidos comentarios.

Ahora se la verdad y poco a poco me voy ahogando. Antes, por lo menos chapoteaba algo, pero ahora el agua prácticamente me llega a la nariz. Si sigo así, creo que me voy a morir de pena.

Mi entorno me dice que estoy rara… ¿y cómo no iba a estarlo? Muchos otros en mi situación ya se habrían metido un balazo entre ceja y ceja, pero yo no. Aguanto y aguanto y aguanto. Mi voluntad está destrozada, mi amor propio, desaparecido, mi autoestima es inexistente, y el resto, bueno, el resto da un poco igual pero más o menos está todo de la misma manera.

Para que veas, le cuento lo que pienso a un blog, porque, ¿quién querría escucharme? Sinceramente, pienso que nadie. Al parecer no merezco tal honor.

Estoy destrozada y así seguiré hasta que estalle del todo o hasta que al fin aparezca alguien, una sola persona, que me comprenda de verdad. No hace falta que sea del todo, con una pizquita de comprensión me conformaría. Lo que no quiero despertar en nadie es lástima. Me quedaran pocas cosas por destrozar, pero al menos creo que todavía me queda dignidad.


Porque, como se cita en un famoso libro: 

“Al fin y al cabo, ¿de cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de este que siga latiendo?”

Ahí lo dejo, espero que mañana no tenga que volver a escribir nada parecido.



Alicia.

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