martes, 10 de enero de 2012

Mis pequeñas razones del 2011 (Y de otros años)

Gracias

Porque, con los años me he dado cuenta de que en mi vida tengo muchas personas que se preocupan por mí.
 
Personas que me miman. Personas que me alegro de haber conocido, porque sin ellos, mi vida no habría sido la misma ni por asomo.


A los amigos que me sueltan discursos esperanzadores cuando ven que por lo que sea no me mantengo en pie.

A los amigos que me dicen cosas que cuando recuerdo, no puedo evitar sonreír y alegrarme durante todo el día.

A los amigos que dan significados extraños a mis palabras, a pesar de que sean de lo más inocentes, como por ejemplo “microscopio”.

A los amigos que me estampan la cabeza contra el cristal de una tienda de todo a 100 para evitar que se me caiga cuando me he desmayado a causa de una lipotimia.

A los amigos que me preguntan que si cuando me ducho el pelo no se me mete por… haciendo que me entre uno de los mejores ataques de risa de mí historia.

A los amigos que cuando no estoy, preguntan por mí.

A los amigos que se alegran de que esté en su vida.

A los amigos que me ponen motes que antes me daba rabia escuchar todos los días y que ahora echo mucho de menos.

A los amigos que me esperan pacientemente porque siempre llego tarde.

A los amigos que se alegran por mi cuando les doy una buena noticia de algo que me ha pasado.
A los amigos que me tiran del pelo de manera amistosa.

A los amigos por cuya culpa no puedo evitar pegar a alguien cada vez que veo un coche amarillo.
A los amigos con los que me lo he pasado DPM en las fiestas de la universidad.

A los amigos con los que esperaba ansiosamente los días de lluvia a ver si aparecía cierto personaje.

A los amigos a los que les puedo contar cosas de mi carrera sin que se asqueen.

A los amigos que siempre han estado ahí para ayudarme, pase lo que pase.

A los amigos con los que hablo por teléfono a pesar de que estén detrás de mí, provocando la risa del resto.

A los amigos con los que he jugado a un Twister improvisado con trozos de folio coloreados pegados con 
papel celo al suelo.

A los amigos con los que hago dibujos conjuntos en algunas de mis desesperantes clases.

A los amigos con los que tengo pendiente disfrazarme de cierta manera.

A los amigos que dicen que tengo los dedos “morcillita” (pero siempre con cariño).

A los amigos con los que cuento gestos de profesores.

A los amigos que refuerzan el efecto de mi sangría añadiendo otras sustancias de contenido alcohólico, por ejemplo, vodka.

A los amigos que me dicen cosas haciendo que me ponga roja como un tomate cada vez que me ven.

A los amigos con los que salgo por puertas de incendios en facultades ajenas haciendo que todo el mundo nos mire porque no deja de sonar una alarma.

A los amigos que ponen significados geniales a siglas.

A los amigos que me cuidan, evitando que caiga por barrancos.

A los amigos que me agradecen haber estado con ellos en los momentos difíciles.

A los amigos con cuyos cabreos no puedo evitar reírme y, en ocasiones, asustarme un pelín.

A los amigos con los que escribía libretas y libretas llenas de conversaciones de todo tipo (cosa que extraño mucho).

A los amigos que me cortan el pelo en el banco de un parque, con viento y espectadores extasiados.

A los amigos que me dan manotazos cuando me pillan mordiéndome las uñas.

A los amigos con los que he pasado (paso y pasaré) horas y horas estudiando (o no) en la biblioteca.

A los amigos con los que no podía evitar imaginar historias con príncipes de cuento.

A los amigos con los que he cantado hasta desgañitarme.

A los amigos que me han maquillado, vestido y peinado como si fuese una muñequita.

A los amigos que no desesperaban al tener que explicarme una y otra vez los ejercicios de matemáticas.

A los amigos que me han regalado cosas que me han emocionado de verdad.

A los amigos que gritan ¡cachorrito! para que las chicas hagamos caso.

A los amigos con los que esperaba emocionada la llegada de CP en la puerta de clase.

A los amigos con los que me entiendo sin palabras.

A los amigos que me soportan cuando no dejo de pedir fotos cuando estoy borrachilla.

A los amigos con los que hacíamos el tiovivo con el coche en las rotondas.

A los amigos conocedores de las fascinantes (y en ocasiones escalofriantes) historias de “Paquita”.

A los amigos con los que teniendo un simple móvil con música montamos fiestas de lo más divertidas.

A los amigos con los que tengo pendiente bailar cierta coreografía.

A los amigos que me llaman por mi nombre, a pesar de que se sepa perfectamente que se dirigen a mí.

A los amigos que de repente se ponen a hablar conmigo por el chat como si no me hubieran visto en siglos a pesar de haber estado hablando con ellos hace nada de tiempo.

A los amigos que, amablemente, me utilizan de perchero.

A los amigos que me hacen consultas veterinarias. ¡Hacen que me sienta importante!

A los amigos que después de no haber visto en algo de tiempo, se acercan a mí saltando y diciendo mi nombre a grititos y después me abrazan.

A los amigos con los que hago el pavo en la cabalgata de reyes (a pesar de que este año no haya sido posible).

A los amigos que cuando estoy enferma, se interesan por mi estado.

A los amigos conspiradores que me meten en algún que otro pequeño lío.

A los amigos con los que planeo dominar el mundo con la ayuda del saco de Papa Noel.


Aquellas personas por las que me alegro de estar en este mundo.

Gracias a aquellas personas que hacen que me alegre estar en mi pellejo.

GRACIAS, GRACIAS  y mil veces GRACIAS.

Dicho queda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario