miércoles, 15 de febrero de 2012

Otro más...

Otro día casi igual que los anteriores... 


Lo más interesante de hoy ha sido cuando le hemos puesto los electrodos a un perrillo supermonoso llamado Blas para hacerle un electrocardiograma... que emocionante, ¿verdad?


Pues esta es la vida de un estudiante de Veterinaria:


1. Prácticas, prácticas y, ¿qué más? ¡Ah! Pues otras cuantas prácticas...
2. Clases a las 8:30 de la mañana algunas de las cuales hacen que prácticamente te quedes anestesiado...
3. Algunos días casi no te da tiempo a comer.
4. Algunos de nuestros pacientes te pueden morder.
5. Acampas en la puerta de los departamentos porque a algunos de los profesores no les da la gana de aparecer hasta las 13:00 y cuando al fin los encuentras, se van a comer. "Vuelve por la tarde", te dicen... y te encuentras la puerta del departamento cerrada.
6. Que te dé un pisotón una vaca, no tiene precio, sobretodo si te pisa en la parte del dedo meñique.
7. Cuando no tienes ni clase ni prácticas, tienes que estudiar, porque cada una de las asignaturas es un tocho más gordo que la anterior y si te lo dejas todo para el final, estas perdido.


Y así un laaaargo etcétera... 




Ya sé lo que me dirá mucha gente, "pues tú lo has elegido". Es cierto, pero de todas maneras tengo derecho a quejarme, ¿o no?
No cambiaría esta carrera por lana del mundo, porque es una cosa que me apasiona, pero debo reconocer que es agotadora y durísima pero... 
¡¡A DIOS PONGO POR TESTIGO DE QUE YO ACABARÉ SIENDO LICENCIADA EN VETERINARIA!! 
Y si, no me he confundido, pone licenciada. Empecé la carrera como licenciatura y la acabaré como tal. No pienso pasarme al grado... ¡Bolonia es un asco!


Entre quejas y más quejas, os dejo, que tengo que hacer cosas. ¿Y qué serán esas cosas? Preguntareis algunos... ¿Pues qué va a ser? ¡¡ESTUDIAR!!
Al menos es una práctica y me gusta de qué va porque es exploración de caballos. A ver cómo se me da mañana cuando me pongan al animal enfrente y tenga que hacerlo yo todo... da miedito. :(


Bueno pezqueñines, no os mareo más la cabeza. Mis quejas y yo, ya nos vamos.


Dicho queda.

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